viernes, 25 de mayo de 2012

Motivación y Compromiso




En primer lugar observemos la definición de motivación: proviene de los términos latinos motus (movido) y motio (movimiento), es decir son todas aquellas cosas que impulsan a la persona a realizar determinadas acciones. De este modo, el compromiso quedaría establecido por la persistencia en ellas hasta su cumplimiento. Una primera conclusión sería que la motivación se encuentra directamente relacionada a la voluntad o el interés.

Asimismo. Dicha voluntad podrá recibir el incentivo desde un campo interno, externo o trascendente. 
El campo interno estaría determinado por aquellos factores personales que interesan manifestar. Algunos de los más significativos son las relacionados con las etapas de desarrollo en el individuo, como ejemplo citamos el pasar de la dependencia a la independencia. Esta etapa produce en la mayoría de las personas una capacidad de realización que es superior a la que el individuo tenía previamente. Más concretamente, cuando alguno de nosotros decide vivir solo lejos de la casa materna/paterna, se promueven actitudes relevantes, incluso hasta desconocidas previamente.

Sin embargo, no todas las personas consiguen superar la dependencia y alcanzar el estadio donde se perciben independientes. Para ello se requiere el acompañamiento del compromiso.
En esta fase las personas optarán entre lo que “quiero y deseo”, lo que “me gusta y disgusta”, lo que “me indican las tradiciones o creencias” en comparación con lo que se requiere para alcanzar el objetivo.
El compromiso solicita elección, perseverancia y aceptación.

Otra forma de motivación es la externa, proviene de factores del contexto, ejemplos de estas circunstancias son: el dinero en relación a la tarea, el cargo, etc. También las relaciones humanas, la amistad u otras de carácter social. Cuando las motivaciones externa e interna se alinean entonces, el compromiso crece.

El tercer y mayor de los grados de la motivación surge del aspecto trascendente, cuando observamos que las consecuencias de nuestras acciones trascenderán nuestra persona y nuestra propia vida, allí el compromiso se vuelve superlativo. Ejemplos de estas motivaciones son los proyectos “impensados”, “el propósito de cambiar el mundo”, ”el procrear por medio de un hijo”.
Cuando se puede despertar a la idea de que en verdad estas motivaciones se conjugan de manera simultánea, nos abrimos a los efectos de las organizaciones conscientes de máxima efectividad material, humana y social.